El suicidio en la edad adulta: el papel de la fragilidad y la depresión

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Autor/autores: Draper, Briana,b; Wand, Anne P.F
Artículo revisado por nuestra redacción
Propósito de la revisión La depresión y las enfermedades físicas se han reconocido desde hace tiempo como factores de riesgo relevantes para la conducta suicida en la vejez. Sin embargo, un aspecto que hasta hace poco había sido poco explorado desde un enfoque cuantitativo es la fragilidad, entendida como un estado de vulnerabilidad física, psicoló...
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Propósito de la revisión
La depresión y las enfermedades físicas se han reconocido desde hace tiempo como factores de riesgo relevantes para la conducta suicida en la vejez. Sin embargo, un aspecto que hasta hace poco había sido poco explorado desde un enfoque cuantitativo es la fragilidad, entendida como un estado de vulnerabilidad física, psicológica y social que acompaña frecuentemente al envejecimiento.
Si bien algunos estudios cualitativos ya habían señalado la relación entre fragilidad y riesgo suicida en adultos mayores, la evidencia empírica cuantitativa ha comenzado a consolidarse solo recientemente. Establecer con claridad el papel de la fragilidad en este fenómeno tiene implicaciones directas en el diseño de estrategias de prevención del suicidio en poblaciones envejecidas.
Hallazgos recientes
La literatura muestra que la depresión y la fragilidad están estrechamente vinculadas, con datos que sugieren una causalidad bidireccional, mediada tanto por factores genéticos como por determinantes sociales. De manera consistente, se ha encontrado que la fragilidad incrementa el riesgo de ideación suicida y de intentos de suicidio. Este efecto parece potenciarse cuando la fragilidad se presenta junto con depresión crónica, aislamiento social, o condiciones de vulnerabilidad cotidiana, como vivir o comer en soledad.
Un hallazgo llamativo es que, en contraste, los casos consumados de suicidio en adultos mayores suelen asociarse con niveles más bajos de fragilidad. Esto podría explicarse porque la mayor autonomía física y funcional facilita la capacidad de ejecutar actos suicidas letales, mientras que la fragilidad, aunque aumenta la desesperanza y la ideación, podría limitar la posibilidad de llevarlos a cabo.
Resumen
Las tasas de suicidio alcanzan su punto máximo en la vejez, con la depresión como factor de riesgo consistente, al que se suman condiciones médicas, deterioro físico y problemas sociales. Hasta hace poco, la fragilidad había sido un elemento descuidado en la investigación de la conducta suicida tardía, pese a su relevancia clínica.
Los estudios recientes sugieren que intervenciones dirigidas a prevenir o reducir la fragilidad —como el entrenamiento físico, la rehabilitación funcional y la gestión nutricional— podrían tener un papel importante en la prevención del suicidio en adultos mayores, especialmente cuando se acompañan de estrategias para el tratamiento de la depresión.
Es fundamental que investigaciones futuras profundicen en las diferencias observadas entre la relación fragilidad–ideación/intentión suicida y fragilidad–suicidio consumado, con el fin de comprender los mecanismos subyacentes y diseñar intervenciones personalizadas y multidimensionales.
Resumen modificado por Cibermedicina
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